ANABELLE
Me había vestido de manera formal para la visita a nuestro rey. Que acceda a que visite su lugar de residencia era un premio que no iba a desaprovechar para conseguir información útil para mis futuros nuevos "socios".
Me había vestido de manera formal para la visita a nuestro rey. Que acceda a que visite su lugar de residencia era un premio que no iba a desaprovechar para conseguir información útil para mis futuros nuevos "socios".
Había llegado un auto lujoso a recogerme, el doggen muy amablemente me
había ayudado a subir, y casi gimo cuando noto que los vidrios tintados no me
dejarían ver absolutamente nada de la ubicación del lugar.
Ya llevábamos casi media hora viajando y pude notar que era una manera
más para despistarme, mis puños se cierran sobre el bolso y trato de
tranquilizarme cuando avanzamos lentamente y luego nos detenemos, la puerta se
abre y sin darme tiempo a nada el doggen me conduce al interior de una mansión.
Contengo el aliento al observar el lujo del lugar, y el lujo no era algo
que me sorprendiera, mientras siento que el abrigo se desliza por mis hombros.
El mismo doggen me guía por un pasillo lleno de pinturas costosas, se detiene y
golpea suavemente la puerta.