BLAY
Han
pasado ya varias semanas desde que Qhuinn fue promovido a su nueva
condición de Hermano, tal y como la tradición manda, con estrella en el
pectoral – endiabladamente sexy por cierto- y todo, y yo aun no he
encontrado nada que poder regalarle.
Me he pasado largo tiempo en esto y la respuesta llego de la manera más inesperada y al mismo tiempo, no debería ser ninguna novedad que esta hembra apareciera y me aclarara el panorama.
Muy poca gente pululaba por ahí en las horas de la tarde, cuando el sol estaba todavía bien alto en el cielo y mantenía a la mayoría de los habitantes de la casa en reclusión, algunos dormía plácidamente y otros como mi hellren entrenaban en el gimnasio junto al centro médico.
Esa tarde, Qhuinn me había ofrecido entrenar juntos después de despertarnos y darle un magnifico uso a las sabanas, pero me negué alegando que estaba algo cansado, mas, yo era muy consciente de lo disperso que estaba últimamente y no quería que notara mi estado y se preocupara.
Me encontré poco después vagando sin rumbo hasta la sala de billar, no podía creer que no pudiera encontrar algo que regalarme; he sido su amigo desde que recuerdo y lo conozco tanto como a mí mismo.
Una maldición salió de mi boca, más alta de lo que dictarían las normas de convivencia, pero en vista que estaba solo no me importó, caminaba como gato enjaulado cuando la escuche preguntarme.
MARY
Mi hellren dormía plácidamente y fue todo una esfuerzo mental y físico salir de su cálido y fuerte abrazo para buscar algo de beber en la cocina de la mansión. Algunas veces me despertaba inquieta y necesitaba algo de espacio.
Cuando hacia mi camino hacia allá, Blay estaba en la sala de billar, parecía a punto de salirse de su propia piel. El es el tipo de joven dulce y muy atento, al que todo el mundo aprecia, pero que nadie llega a conocer realmente, sin embargo ahora que parecía que finalmente había conseguido el camino para llegar a Qhuinn; la paz y felicidad brotaban de él con cada una de sus respiraciones.
- ¿ Estas bien Blay ?– la pregunta pareció tomarlo por sorpresa porque dejo de caminar y me miro.