Entro despacio a la habitación que ya consideraba mía, nadie me acompañaba pero la sonrisa en mi rostro no desaparecía.
Rozo mis labios con los dedos, estaban levemente hinchados por los besos que Syphon y yo habíamos compartido.
Camino hacia el cuarto de baño quitándome la ropa que apresurada me había puesto, abro la ducha y espero por el agua caliente que demora un poco en llegar.
Mis manos recorren mi cuerpo, esperando notar algún cambio físico. Cierro los ojos y mientras el agua acaricia mi piel, recuerdo las manos masculinas que me despertaron, que me hicieron sentir, recuerdo cada beso, cada caricia, su aroma en mi piel que ya no va a irse.
El agua resbala por mi cuerpo pero no borra nada, porque cada segundo vivido con Syphon está grabado a fuego en mi piel, sus palabras en mi corazón.