martes, 14 de mayo de 2013

Memorias de Blay.



* Hoy es mi noche libre*de nuevo* no puedo creer que esto me fastidie tanto, pero ahora empiezo a ver por qué a los hermanos, no les hace gracia estar fuera de rotación.

Estoy solo en mi habitación con un cigarrillo en la punta de los labios, mientras trato de concentrarme en un libro que mi padre me regalo. Cuando oigo el golpe sordo de la puerta de al lado al cerrarse, pienso en mi relación con su habitante, y lo escabrosas que se han puesto las cosas entre Quinn y yo.

Esto me está matando, pero nada puedo hacer el ha tomado sus decisiones y yo las mías y aunque no sean las mejores, hoy tenemos que vivir con ellas, este pensamiento me hace añorar tiempos mejores, cuando las cosas eran más fáciles, lo que me recuerda:





Entonces

* Estoy en casa, sentado junto a mi mejor amigo frente al Xbox, esto es casi una costumbre entre Quinn , John y yo desde antes de que pasamos la transición, una vez terminamos las clases en el complejo de la hermandad nos reunimos aquí a pasar el rato entre video juegos, cerveza y comida chatarra.
John suele venir pero hoy decidió quedarse en la mansión, está muy deprimido por lo sucedido con el guerrero Tohrment y su familia, así que hoy seremos solo Quinn y yo.

Las clases van bien, pero todavía me falta coordinación y el mano a mano me está costando bastante por lo que necesito practicar, y aunque Quinn todavía no lo sabe será mi compañero de práctica esta noche, aprovechando que mis padres no están ya instruí a los doggen para que traigan unas colchonetas y las dejen en mi habitación.
No es cosa de destrozar la alcoba solo un poco de práctica para que el hermano Zsadist no me lance esa mirada ceñuda con la que me mira en las clases últimamente.
Sé que Quinn no accederá fácilmente, así que mientras lo machaco un poco en el Xbox, le suelto:
-Seguro en la vida real también puedo ganarte unas cuantas veces- digo riendo mientras él me mira de reojo. -Quieres intentarlo a ver si me equivoco o… tienes miedo-.
Yo no soy de los presuntuosos y por la mirada que mi amigo me hecha seguro piensa que he perdido la chaveta, pero yo se que él no puede resistirse a un reto.

-En realidad quieres hacer estoy Blay, -me dice con ese tono de seda, que por un momento me hace dudar sobre si estamos hablando todavía del entrenamiento.
Me pongo de pie y camino hasta las colchonetas, sin poder pronunciar palabra pero demostrando con mis actos mi decisión.

Cuando empezamos con la práctica, Quinn se lo toma con un poco mas de guasa de la necesaria y sin esperar que me posicione me lanza un primer ataque que me deja sin respiración tendido en el suelo, mientras el ríe sonoramente.

Lo que me recuerda cuando una vez en los entrenamientos lo emparejaron con Lash, fue todo un espectáculo; mientras Lash se posicionaba y lanzaba miradas de suficiencia a todos, Quinn arremetió contra él con un certero golpe en el plexo solar para después levantarlo y arrojarlo a un metro de distancia. Todos nos quedamos mirándolos y el silencio que siguió fue tan apabullante que nadie se atrevió a hacer ninguna exclamación. Cuando al final Quinn me miro tenía una sonrisa que nunca había visto antes en el, era de seguridad absoluta y logro, también pude ver una mueca parecida a una sonrisa demasiado fugaz en el rosto de hermano Zsadist, que pronto llamo la orden y seguimos con la práctica. La mayoría no le dio importancia, aunque todos sabíamos que Lash era un persistente grano en el culo y la mayoría quería poder darle su merecido, por lo que al terminar la clase Jonh no cabía de dicha por la exhibición de poderío de Quinn, hasta que sus ojos se cruzaron con los de un Lash que destilaba odio. Como siempre pasaba Quinn me lanzo una mirada cómplice antes de pasar un enorme brazo por los delgaduchos hombros de John mientras yo lo cubría disimuladamente con mi cuerpo, mientras Quinn susurraba bajito

– Pronto será tu turno de darle su merecido JMen.

Quinn es como todos sabemos el mejor en el cuerpo a cuerpo, y después de varios minutos en que he caído más veces de las puedo contar al piso, me arrepiento un poco de haber insistido en la práctica. Lo miro desde el suelo jadeando un poco y lleno de vergüenza por no poder hacerle un buen frente y distingo esa sonrisilla juguetona que me suele lanzar siempre que jugábamos desde que éramos críos.


*No me está tomando en serio* –decido- y una chispa prende en mí al instante, sin pensármelo mucho enlazo mi pierna en su pantorrilla y lo derribo, rodamos por el suelo tratando de tomar el control, logro colocarme a horcajadas sobre él sosteniendo sus brazos sobre su cabeza y entonces lo siento…. Su miembro se ha engrosado considerablemente y se presiona contra mi culo por la posición que adoptamos, eso me desconcierta y con esa ventaja Quinn gira y se coloca sobre mí.

El asombro no me deja pensar con claridad, todos sabemos que después de la transición nuestros cuerpos son un caldero bullente de hormonas, burbujeando por salir en cualquier momento, y la mirada que me lanza de pestañas bajas y ojos nublados por el deseo me ponen tieso, en todos los sentidos posibles de la palabra.

Mi mente empieza a jugar con las posibilidades, de que el reaccione así por la proximidad de nuestros cuerpos- de mi cuerpo sobre el suyo- “perra traidora la maldigo internamente”. Todos sabemos que a Quinn lo que le ponen son las hembras – mujeres, y aunque yo anhele con desesperación que no sea así…. Eso jamás cambiara.
Los minutos que para mí parecieran horas, se cortan por la sonora carcajada de mi amigo, que se levanta de manera apresurada y me deja tirado en el suelo.
Cuando me suelta un * Buena práctica Blay, pero no dejes que nadie más te patee el culo como yo; y sale por la puerta*, se inexorablemente, que se imaginó lo que estaba pensando y que por lo menos por hoy no regresara.


Hoy

* Pero las cosas nunca han sido fáciles con él, me recuerdo, terminando mi cigarro.*
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